Destilaba un odio negro que me hacía abrazarla y rugirte mientras te separaba de ella a zarpazos.
Mientras me imaginaba destrozándote el cuello a mordiscos y la sangre fundiéndose con el polvo del suelo.
Yo sentía cómo se me contraían las pupilas al verte.
Cómo te destrozaba con mis garras, cómo te clavaba los colmillos.
Y luego me quedaba ahí, con los ojos vidriosos, donde Artie me acariciaba la cabeza.
No podía recordarte, pero podía matarte.
Sabía matarte, amigo mío.
3 comentarios:
Para ver mas, III, Estoy hasta el...
Sometimes you overwhelm me... todavía no entiendo qué ha pasado.
Nada nuevo, que soy un animalillo!
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