XXI.- Lei

Me hace falta.
Astracán que pincha al macho cabrío para que escape desnudo.
Mata tragedias, piel en mano, cubriendo con ella a esta dramatis persona.
Forzándola al regreso en su forma original, en una desarrollada canción de circunstancias.

Constituyes el carácter complementario a mi desequilibrio emocional.
Compensas mis defectos neutralizando ese fuego negro que todo lo destruye.
Contrapesando iras y odios.
Y celos.
Balance perfecto de venganzas y pasiones que lacran secretos para siempre.

Tú conquistas reinos, luchas para que no me quede ciega. A pesar de que sabes que estás perdida en el mar... No te rindes nunca.
Quemas salamandras, pintas águilas.

Y ahora no puedo hablar porque se me parte el alma.

Uno no sabe lo que es querer hasta que echa de menos...


XX.- Ice box


Suplicante, el cuerpo sangra por sensaciones prohibidas.

La pupila dilatada perfora el ambiente. La boca palpitante hormiguea por los mordiscos.
La piel implora ser pulsada en un gemido ronco.


Febril, la voluntad se impone. Las uñas castigan las palmas con vehemencia. Y el cansancio se derrama sobre el alma.


Hoy te voy a contar una mentira...

Yo decido lo que siento.

XIX.- The doors

Allí arriba la pasión no se contiene.

Se transmite.
Fluye a través del músico, fundido al instrumento.
Energía pura sin restricciones. No se piensa, se siente.
Vibrante y pesado, acaricia la melodía desde abajo.
Y aunque no debiere, grita sordamente abriéndose camino.

Éxtasis... En busca del shibumi...

Allí arriba la pasión no se contiene.

Y yo quiero ser libre.