XXXV.- Huellas dactilares



Un beso.
Esa sensación de je ne sais quoi... Que difumina todo lo demás.
No importa el porqué, sólo el cómo.
Labios firmes, mórbidos, húmedos, calientes.
Apagan la sed compartida, saboreando cada trocito con alevosía.
Palpitan, acarician, muerden, rozan.
Dibujando ecos ávidos sobre la piel, impresa de sensaciones.
Sienten, y luego, matan.

Oh, ¡Qué dulce es morirse a veces!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

la pequeña muerte... :)

Athos dijo...

Oh, sí...