XXXIV.- Me negarás tres veces antes de que cante el gallo...


Destilaba un odio negro que me hacía abrazarla y rugirte mientras te separaba de ella a zarpazos.
Mientras me imaginaba destrozándote el cuello a mordiscos y la sangre fundiéndose con el polvo del suelo.

Yo sentía cómo se me contraían las pupilas al verte.
Cómo te destrozaba con mis garras, cómo te clavaba los colmillos.
Y luego me quedaba ahí, con los ojos vidriosos, donde Artie me acariciaba la cabeza.

No podía recordarte, pero podía matarte.

Sabía matarte, amigo mío.

3 comentarios:

Athos dijo...

Para ver mas, III, Estoy hasta el...

Anónimo dijo...

Sometimes you overwhelm me... todavía no entiendo qué ha pasado.

Athos dijo...

Nada nuevo, que soy un animalillo!