XXIII.- Una vez yo probé la Miel Azul...


Enjambre sordo de abejas. Sirenas que no puedes ignorar.
Ámbar inminente, se desliza blando sobre los sentidos.
Los embota. Los duerme. Aturdimiento lascivo, cruel. Fascinante...
No la miras, te apartas, pero no funciona. La hueles, casi sientes cómo se derrama. Tentación...
La tocas. Caliente y pegajosa. No debías, pero no has podido evitarlo. Con los ojos cerrados lames el néctar con avidez.
Ya no hay más.
Observas de hito en hito la puerta de la despensa, y tratas de alcanzar los frascos del estante. Imposible, demasiado altos.
Quieres más, quieres más, quieres más...


¿Porqué sabes a dulce?

Y por golosas murieron, presas de patas en él.

1 comentario:

Krön dijo...

Susurrando a voces el deseo no cumplido, sientes la soledad en medio de la muchedumbre, preguntándote donde estarás en los próximos cinco minutos... no, ya no importa, ahora el todo es el presente, y sin embargo, no hay nada, solo tú, y los gritos que nadie escucha... Sensaciones desatadas, las manos ahora son libres, estás solo...